El tratamiento psicológico ha demostrado que produce un alivio fuerte y duradero del dolor crónico
El dolor y su grado de amenaza puede ser tratado mediante un replanteamiento de dicha experiencia. Este repensar, proporciona a pacientes con dolor crónico, una mejora en sus síntomas de modo duradero por medio de una serie de cambios producidos en las redes neuronales especializadas en la interpretación del dolor. Estos cambios, gracias a la neuroplasticidad, permiten cambios en la percepción e interpretación del dolor. De este modo, se descubrió que dos tercios de los pacientes con dolor crónico de espalda, sometidos a tratamiento psicológico de cuatro semanas de duración mediante la Técnica de Reprocesamiento del Dolor (PRT en inglés); no sentían dolor o en una intensidad mucho menor tras el tratamiento. Dichos cambios, se mantuvieron durante un año.
En esta línea, se objetiva como el tratamiento psicológico y la explicación de los mecanismos neurobiológicos del dolor, permiten proporcionar un alivio potente y duradero en el dolor crónico.
Por ello, se produce un cambio de paradigma al desestimar que el dolor no es algo que se produzca por problemas corporales donde la mayoría de los tratamientos van enfocados a tratar dicho componente somático. Si no que el tratamiento de desensibilización y de explicación de los mecanismos del dolor, permiten a la persona adquirir una serie de herramientas conductuales que a la par, producen una serie de cambios cognitivos en la interpretación de su dolor.
Así, la premisa se trata en que el cerebro puede producir dolor en ausencia de una lesión somática, o tras una breve tiempo en el que la lesión desapareció pero que se mantuvo. Por este motivo, el paciente puede hacer que su cerebro desaprenda ese dolor. En el 85% de los pacientes con dolor crónico de espalda, no se identifican lesión primarias de los tejidos y demás componentes estructurales del raquis que expliquen los síntomas que la persona padece. Por ese motivo, se ha llegado a la conclusión que las vías neuronales que transmiten la información de modo reciproco entre cuerpo y cerebro, son las responsables o al menos en parte.
Determinadas zonas cerebrales responsables del miedo y la recompensa, permanecen más activas durante los episodios de dolor crónico en relación a cuando dicho dolor es de carácter agudo. Dichas redes neuronales, se encuentran sensibilizadas a la hora de reaccionar de un modo tremendamente exagerado a estímulos leves o incluso contrarios a estímulos dolorosos como puede ser el notar la brisa del viento en el cuerpo. Este dolor por tanto, es de modo exagerado, un mecanismo de alarma que el cerebro envía al cuerpo como advertencia constante de peligro. Por ese motivo, la persona padece dicho dolor y evita aquellas conductas o movimientos que cree promulgadores de dicho padecimiento.
Por tanto, el tratamiento se basa en mandar señales a dichas redes neuronales de modo que el cerebro apague dicha alarma, se desensibilice. Lo cual hace que termine el refuerzo de los mecanismos de dolor, neutralizándolo. En el estudio, se realizó con 151 pacientes hombres y mujeres, que padecían dolor de espalda de más de seis meses de evolución, con una intensidad de cuatro sobre diez en la escala analógica de evaluación del dolor.
El grupo que se sometieron al tratamiento de PRT y completaron las ocho sesiones de una hora de duración, llevaron a cabo una educación sobre como el cerebro es el promotor en la generación del dolor crónico. Ayudando a revalorizar dicho dolor al realizar una serie de ciertos movimientos que los propios pacientes, interpretaban como provocadores de dolor y que por tanto temían y evitaban. También se les instruyó en medidas para poder abordar las emociones que podían exacerbar los síntomas.
Dicho esto, el lector puede pensar que entonces el dolor es psicológico, pero no es así. Son las redes neuronales las que pueden producir cambios en sus vías, generando cambios en los centros cerebrales. Dichos cambios, son producidos por la persistencia durante mucho tiempo después de que un dolor haya desaparecido. Por tanto, si las causas del dolor se encuentran en el cerebro, la solución ha de estar en él mismo.
Los pacientes también se sometieron a controles de RMN antes del tratamiento para ver como sus cerebros reaccionaban a estímulos leves de dolor. Tras las sesiones de tratamiento realizadas, el 66% del grupo de tratamiento no sentían dolor o casi era imperceptible en comparación al 20% del grupo placebo y al 10% de los pacientes que no recibieron tratamiento.
Tras la finalización e interpretación del estudio. Se ha visto como en el tratamiento del dolor intervienen diferentes factores y como el tratamiento solo exclusivo con opiodes ha logrado reducir un alivio moderado y a corto plazo en la mayoría de los ensayos.
Tras el tratamiento, se expuso de nuevo a los pacientes a RMN y como resultado, los pacientes que fueron expuestos a estímulos de dolor, las regiones cerebrales especializadas en el procesamiento del dolor como son la ínsula anterior y el nervio medio anterior, permanecían prácticamente sin activación. Dichos resultados y tratamiento mediante la PRT no son adecuados para el tratamiento de dolor agudo. Sin embargo, se requieren más ensayos para poder cuantificar la idoneidad de dicha técnica en el tratamiento crónico de otras partes del cuerpo.
De este modo, se obtiene una herramienta muy interesante y novedosa en el tratamiento y entendimiento del dolor. Este tipo de estudios innovadores, permiten repensar los conceptos que se tenían hasta ahora sobre las causas del dolor y sus mecanismos en las condiciones crónicas.
K Ashar Y, Gordon, A, Schubiner, H, Uipi C, Knight K, Anderson Z, Carlisle J, Polisky L, Geuter S, F Flood T, A KragelP, Dimidjian S, A Lumley M, D Wager T
DOI: 10.1001/jamapsychiatry.2021.2669